A través de los estudios se ha averiguado que nuestros hábitos y expectativas sociales incrementan la posibilidad de padecer Anorexia o Bulimia en las mujeres más jóvenes. Gracias al énfasis en las apariencias, somos atacados constantemente a través de presión por parte de nuestro círculo social y la publicidad de productos y servicios relacionados con la salud y alimentación.
Sólo basta con mirar un par de minutos el televisor, para darse cuenta de la cantidad de comerciales en donde el prototipo de belleza femenina es representado por modelos esbeltas, con sonrisas perfectas y sobre todo rodeadas de éxito por su apariencia. Todo ese contenido es al que se enfrentan día con día nuestras alumnas, es el modelo al que a muchas de ellas más les gustaría alcanzar. Pero, ¿entendemos por qué se ven orilladas a seguirlo?, además por qué somos de los últimos en enterarnos; la respuesta no es tan sencilla en la mayoría de las ocasiones.
Modelos, corredoras, atletas femeninas y bailarinas comúnmente presentan características de la anorexia. El miedo intenso de ser obesa, incluso cuando están perdiendo más peso.
Una visión mal formada de lo que sus cuerpos representan. Se sienten obesas cuando en realidad son muy delgadas.
Los padres juegan un papel fundamental en esta problemática, ya que, son ellos los encargados de ver qué pasa con los hijos, es difícil ver que los hábitos alimenticios cambien, ya que es poco el tiempo que pasamos con los hijos generalmente por no saber como acercarnos, muchos niños saben que la única forma en que ven a sus padres cerca de ellos es para revisar, verificar, examinar o evaluar sus actividades, pero no los sienten cerca; es decir, que lo que ellos digan no sea usado en su contra, el papel está claro, es escuchar, solo escuchar, tratar de entender qué es lo que pasa, muchas veces sólo necesitan un poco de atención, ya que se ha demostrado que la mayoría de los adolescentes que realizan actividades lúdicas con los padres son más abiertos que los que sólo tienen acercamientos esporádicos con los padres, la recomendación es “Dejarlos hablar, sin estar interrumpiéndolos ni corrigiéndolos; es sin duda, lo primero que tenemos que aprender si queremos lograr una buena comunicación con los hijos".
Si tenemos el interés auténtico por tener una buena comunicación, seguramente iremos mejorando en el camino para lograr confianza en la relación con nuestros jóvenes. ¡Sigamos intentándolo! ¡No hay nada que valga más la pena!
Psic. Osvaldo Cruz Hernández
Nivel Secundaria